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steve jobs: una mente única

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Avanzada la lectura de la biografía oficial sobre Steve Jobs, escrita y publicada recientemente por Walter Isaacson, me animo a publicar este post que empecé a escribir justo el día siguiente a su fallecimiento el pasado 5 de octubre. En un blog como este, dedicado a la innovación, no podía no dedicar un artículo a tan memorable personaje que –independientemente de las filias y fobias que desató a su alrededor– nos ha dejado una huella imprescindible a quienes andamos metidos en procesos innovadores.

Daniel H. Pink analiza en Una nueva mente (A whole new mind) las seis habilidades que definen el talento innovador del presente y el futuro de las personas y, como consecuencia, de las empresas y organizaciones. Las seis destrezas que describe Pink son las siguientes:

  1. Diseño: queremos que las cosas funcionen pero también deseamos que sean emocionalmente atractivas.
  2. Narrativa: los argumentos, la información, los datos son importantes, pero la persuasión, la comunicación y la comprensión, muchas veces son lo decisivo.
  3. Sinfonía: las especializaciones poseen un valor indudable, pero quien logra sincronizarlas es el vencedor definitivo. Hoy por hoy, la capacidad de síntesis precede al simple análisis.
  4. Empatía: es obvio que la lógica nos identifica como seres humanos; sin embargo, solo quienes sean capaces de conectar con los demás por su capacidad de relacionarse y comprensión, progresarán hasta alcanzar el liderazgo necesario.
  5. Juego: nadie duda de que el trabajo hay que tomárselo en serio; pero este axioma llevado al extremo puede perjudicar el bienestar personal y de las organizaciones. Lo lúdico se ha convertido en una potente arma en el aprendizaje de las personas y a la hora de extraer lo mejor de cada una.
  6. Sentido: la acumulación de objetos y la abundancia material son una realidad incuestionable; un hecho que puede volverse contra nosotros cuando la mera suma de cosas nos arrebata la plenitud del sentido que aspiramos dar a nuestros intereses vitales.

Es sorprendente cómo han cristalizado en Apple –en productos, servicios y en la propia organización– estas notas distintivas que, además, reflejan la personalidad y el talento de su fundador:

  1. Diseño: probablemente sea este uno de los rasgos más emblemáticos de Apple que aplica indistintamente al hardware, al software, a las tiendas… Bonitos objetos e interfaces… que, además, funcionan.
  2. Narrativa: las famosas keynote de Apple son ejemplos de cómo contar (comunicar) persuasivamente realidades complejas. Las presentaciones protagonizadas por Steve Jobs son ejemplos que se estudian en escuelas de negocio y por expertos de la comunicación. ¿Qué es el famoso discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford sino una historia –la de los principales fracasos de su vida– de donde podemos entresacar sabios consejos?
  3. Sinfonía: si algo está haciendo Apple mejor que nadie es alinear productos y negocios: software, dispositivos, entretenimiento, trabajo, medios de comunicación, tiendas, movilidad… un modelo de negocio tan perfectamente engrasado que quizá sea el talón de Aquiles de la numerosa y variada competencia que intenta acortar distancias sin suficiente éxito de momento.
  4. Empatía: nos guste a no, el ecosistema de Apple engatusa. No conozco ningún arrepentido que voluntariamente haya entrado en el mundo de Apple. No digo que no existan, pero deben de ser tan pocos que resulta una cifra desdeñable. De lo contrario –nuevos usuarios felicísimos de su decisión– no dejo de encontrármelos por todas partes.
  5. Juego: utilizar un producto de la manzana para algunos es un verdadero placer; ya sea por el diseño o por la sencillez, muchas personas no se apartan de su iPod, iPad o iPhone, sencillamente porque están disfrutando. Las múltiples aplicaciones con juegos didácticos son el paradigma de cómo lo lúdico ha entrado en la formación de niños, jóvenes, adultos y profesionales, directivos incluidos.
  6. Sentido: en general, Apple dedica mucho empeño en que sus “inventos” tengan sentido global: valor para el usuario y para el negocio. Lo absurdo no cuela. Regalar sin más no encaja en su filosofía. El mejor ejemplo es la tienda iTunes: cuando el pirateo minaba un sector obsoleto por el abuso de la industria discográfica, Apple escuchó a ambas partes e inventó lo razonable: cobrar y pagar lo justo.

Daniel H. Pink despliega la potencia de estas seis cualidades para combatir la presencia en el panorama mundial de tres peligros que empiezan con “A” de Amenaza:

  • Automatización o proceso de producción donde “lo maquinal” se impone al tradicional valor añadido de “lo humano”.
  • Abundancia o saturación de los mercados avanzados donde una gran mayoría de la población no sabe qué hacer con lo acumulado tras el crecimiento constante.
  • Asia o la imagen paradigmática de lo que significa unos costes de producción ridículos hasta poner entre las cuerdas a los mercados occidentales.

Es decir, Pink nos señala la salida de esta coyuntura crítica de atasco innovador. Nos sugiere sumar la parte izquierda del cerebro –secuencial y lógica– a los poderes del lado derecho –emocional y empático– para crear una mente única, no bicéfala sino diferente, difícil de copiar porque cuenta con habilidades más artísticas que racionales. No es sustituir el lado izquierdo por el derecho sino unirlos.

Lo curioso de todo esto es comprobar cómo en la vida de Steve Jobs se produjo este mismo proceso pero en el orden inverso. En la primera época de Apple, antes de ser expulsado por John Sculley, su capacidad creativa y la visión del usuario desbordó de tal manera a la propia organización que incluso el mismo negocio comenzó a tambalearse. Sin embargo, fue justamente tras su vuelta en los años noventa cuando emerge el Steve Jobs frío y calculador que alinea productos y negocio magistralmente. Sin sacrificar en ningún momento la innovación, todo lo contrario, se potencia aún más al engarzar la fértil creatividad de los primeros años de Apple con la máquina de hacer dinero de comienzos de siglo.

Firma de Steve Jobs

Steve Jobs fue una mente única [a whole new mind] que logró transplantar su visión a la organización de Apple. Lo que suceda en el futuro ya no está en su mano. Él hizo lo que quiso hacer y, siguiendo su propuesta de Stanford, comprobamos cómo al unir los puntos hacia atrás nos encontramos los valores que acompañan a los grandes talentos de la innovación.


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